En mayo de 2000, una muerte sacude la tranquilidad de Rufino, una pequeña localidad al sur de la provincia de Santa Fe, Argentina. Natalia Fraticelli, una joven de 15 años, conocida por su belleza y vitalidad, pero también por su condición epiléptica y un leve retraso madurativo, es encontrada sin vida con una bolsa de nylon cubriéndole la cabeza.

Según el relato de sus padres, a Natalia la hallan de mañana cuando suben a su habitación para llevarle el desayuno a la cama. Su padre, el exéntrico juez penal Carlos Fraticelli, sin preocuparse por preservar la escena de un potencial crimen, le quita con desesperación la bolsa de la cabeza y al descubrir el estado en el que se encontraba llama inmediatamente a un médico amigo para que los ayude.

A partir de allí un obsceno desfile de personajes va asomándose a la escena: jueces amigos, médicos, investigadores, parientes, vecinos.
Los Fraticelli sostienen inicialmente que se trata de un robo, pero los policías no parecen encontrar indicios que respalden la hipótesis.

El gobernador de la provincia, temeroso de que el caso escale a nivel nacional y se convierta en un escollo para su administración, influye para que sea tratado con celeridad, y a tan solo cuatro días de la muerte de Natalia, se colectan suficientes pruebas para acusar al matrimonio de filicidio y ordenar su detención.
El juez Fraticelli es destituido de su cargo e intenta suicidarse, su mujer, Graciela Dieser, es internada en un psiquiátrico. Pocos les creen, pero ellos siguen clamando por su inocencia en medio del dolor.
El caso divide a Rufino y explota en la prensa nacional, la hipótesis
escogida azuza el morbo: “una madre y un juez penal con cara de loco
estrangulan a su hija epiléptica porque resulta un estorbo para su
ascenso social”. Los rumores sobre la familia se esparcen refrendando la
teoría de los jueces y fiscales a cargo: los Fraticelli eran una familia en
crisis. Infidelidades, mentiras y ocultamientos rubrican la escena, Rufino
se convierte en un infierno grande.
La causa avanza y se construye descartando sistemáticamente cualquier
otra línea de investigación.
Los abogados defensores llevan adelante una investigación paralela a fin
de arribar a la verdad, recusan a jueces y fiscales, apelan todas las
instancias y denuncian prejuzgamiento, secretismo, parcialidad y
obstrucción del derecho de defensa, pero los años pasan y el matrimonio
sigue tras las rejas.
Sin embargo, la causa se resquebraja, los peritos oficiales habían actuado
con negligencia: rompieron el hueso hioides (un hueso clave para
determinar si había habido ahorcamiento), descartaron el cerebro de la
joven impidiendo su fundamental análisis y no valoraron la sobredosis
de un medicamento que ingirió Natalia horas antes de su muerte. Por otro lado, aparecen testigos que contradicen la caprichosa caracterización que los magistrados construyeron sobre el matrimonio, sostenida fundamentalmente en rumores, declaraciones interesadas y prejuicios.
Las apelaciones llevan el caso a la corte suprema de justicia de la nación, y tras seis años de cárcel el matrimonio es puesto en libertad.
Ni robo, ni filicidio, Natalia se había suicidado. La joven atravesaba una adolescencia difícil signada por su condición de salud. Un desengaño amoroso, un rechazo y una terrible traición de sus amigas detonaron la decisión, aquella madrugada del 20 de mayo del 2000 Natalia ingirió 28 cápsulas de un medicamento que desataría una crisis epiléptica asfixiante y resultaría letal.
El caso Fraticelli funciona así como un golpe de nocaut para el viejo sistema de juicios de la provincia de Santa Fe, en el 2014 se lleva adelante una reforma que instalará un nuevo modelo de juicios orales. Carlos y Graciela, que se habían divorciado mientras estaban encarcelados, intentan reconstruir sus vidas, el ex juez es recibido como un héroe en Rufino, vuelve a casarse y se dedica a dar clases de derecho en un terciario. Graciela, sumergida en una depresión profunda, se suicida en el 2012 dejando una carta dirigida al juez en la que dice no poder superar lo vivido y que decide quitarse la vida para reencontrarse con Natalia.